Otoño, ésa estación que a los fotógrafos de naturaleza motiva, inquieta, ilusiona durante el año esperando su llegada y por otra parte desilusiona, estresa y resigna a partes iguales viendo lo rápido que se va, en función del acierto propio (dar con la fecha correcta) y ajeno (condiciones atmosféricas idóneas) que decantará el resultado más o menos colorista que adquirirán nuestras instantáneas.
Algunas veces atinamos con la altitud a la que se encuentra coincidiendo con nuestra ubicación prefijada, pero las condiciones climatológicas no son las que tenemos en mente para la foto y el otoño pocas veces da segundas oportunidades así que vuela efímera ésa imagen que tantas veces hemos plasmado en nuestra mentes y por la que tanto vamos a a tener que esperar. Evidentemente, como en la lotería, cuántas más participaciones tengas mayor es la probabilidad de ganar algo, así que la clave está en la insistencia, paciente eso sí pero de ésta manera , antes o después se dará con la tecla.
Este año ha sido la sierra de la cebollera la que me ha abierto sus ocres, rojizos y anaranjados brazos al llegar, todo ello aderezado de frío y lluvia por doquier pero que con lo seco que llevamos éste verano-otoño agradecí enormemente ya que ayudó a que fluyera abundante agua por el Iregua, así que paraguas en una mano y pañito secalentes en la otra, una vez encuadrado, enfocado y con el filtro ND enroscado salió ésto. Espero que os guste. En próximas fechas colgaré alguna más.
F6,3 ISO50 5s 26mm